Hace unos días compré un libro de poesía.
Un libro titulado "Los Amores y las Vidas" del poeta cordobés, Rafael Ruiz, que, además, es también profesor como yo.
No suelo leer este tipo de literatura y sé que es una muy mala costumbre. Esta vez la casualidad me hizo conocerlo, y la intuición me llevó comprar el libro y a leer sus poemas.
Todo un golpe de suerte. He disfrutado mucho perdiéndome entre nostalgias y enredándome en los sentimientos que tan bien sabe expresar. Una grata y melancólica sorpresa.
PARA IR TIRANDO
Conversar por teléfono con Pablo.
Ver cómo se va quedando dormida
muy lentamente, Blanca entre mis brazos,
al escuchar la misma melodía
con la que dormía su madre hace años.
Salir de vacaciones con mis hijas,
y aceptar que se hayan ido marchando,
con orgullo, y con melancolía.
Despertar y saber que está a mi lado;
compartir su tristeza con la mía;
pasear juntos cogidos de la mano,
y ver pasar mansamente los días.
Una cervaza fría en el verano,
con mis amigos de toda la vida.
Perderme a veces solo por el campo.
Mis libro, mis recuerdos, mis heridas,
las cosas sin valor que quiero tanto,
que me esperan, calladas y tranquilas,
en un rincón secreto de mi cuarto.
Como veis, solo son cosas sencillas.
Pero a mi me bastan para ir tirando.
Y nos deja con esta tremenda e impresionante "Despedida", con sabor a AÑORANZA y MELANCOLÍA.
DESPEDIDA
La casa familiar y las casas de la infancia,
que volveré a pisar solamente en la memoria.
El rítmico chasquido de la hoz y la fragancia
del trigo al ser segado junto a las amapolas.
Los lugares que habité, o en los que fui feliz;
los que siempre quise conocer, y aún hoy, espero.
Los caminos que anduve, y los que no elegí,
y que ya nunca podré saber lo que escondieron.
Lo que pudo suceder, los sueños no cumplidos,
que vagarán perdidos en un rincón del tiempo.
Los amigos que perdí, y los que ya se han ido,
todos a los que alguna vez quise o me quisieron.
Esos libros que no me dará tiempo a leer,
y los que aún conservan la memoria de mis dedos.
Y aquel que esté leyendo y no terminaré,
que alguno de vosotros tal vez se encuentre abierto.
Mis cosas, mis papeles, mi miedo y mi esperanza.
Todo lo que aún me duele como una dulce herida.
Lo que me anima a ponerme en pie cada mañana.
Todo lo que ya fue. Los amores y las vidas.
CARPE DIEM