Cuando hice la mili (tuve la desgracia de ser una de aquellos últimos reclutas), solo leer a Cortazar en el cuartel, me hacía aislarme, disfrutar del momento, y luego sentirme especial y superior a todos. Es como si hubiera descubierto un secreto y que sólo yo lo conocía.
Cortazar tiene una imaginación infinita y una originalidad increible. Como decía nos hace ver las cosas de otra forma.
Durante mi juventud, hubo un tiempo en que al grupo de amigos nos dió por hacer "locuras" o "colgaeras" como decíamos nosotros, de una clara influencia de Cortazar. Se trataba de crear situaciones extrañas y producir asombro en la gente, hacer cosas distintas, no sé como explicarlo. Recuerdo algunas como cuando nos subimos a cuatro montones de sillas apiladas en la terraza de un bar y mantuvimos una tertulia con normalidad a las tres de la mañana. Fué increible la cara de los barrenderos cuando nos vieron en una conversación tan animada y tranquila. También a veces entrábamos con naturalidad a un bar por una puerta, saludábamos al camarero y a continuación salíamos por la otra puerta como si nada. Otras veces entrábamos a un portal anónimo y subíamos a la terraza para disfrutar de un baño de luna mientras fumábamos un cigarro.
Bueno estas y otras muchas cosas era como descubrir sensaciones nuevas cada día. Hay infinidad de cuentos que me han parecido geniales. De muchos de ellos no recuerdo el título. Pero casi cualquiera es una maravilla. Si teneís un par de minutos, empleadlos en leer este pequeño cuento y descubriréis que la realidad podría ser sorprendente.
INSTRUCCIONES PARA DAR CUERDA AL RELOJ
Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una
cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas
muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de
rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y
pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un
nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que
hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu
muñeca.
Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda
para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las
vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan
el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te
regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan
la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres
el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.
cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas
muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de
rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y
pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un
nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que
hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu
muñeca.
Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda
para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las
vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan
el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te
regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan
la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres
el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.
CARPE DIEM
DESCUBRE OTRO MUNDO Y SÉ FELIZ
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